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lunes, 25 de octubre de 2010

La Muerte de Borjita

Hace unos días atrás, todo el país se conmociono hondamente ( y aun lo estamos) por lo ocurrido en el estacionamiento del Jardín Infantil "Mandarino" de la comuna de Huechuraba, aquí en Santiago. Ha sido un hecho profundamente trágico. Eugenia Riffo Tapia quien transportaba algunos niños al jardín infantil donde trabajaba como parvularia, en un descuido incomprensible olvido al pequeño Borja Lopéz, el niño, quien cumpliria 3 años de edad, falleció de un edema pulmonar luego de pasar varias horas dentro del automovil bajo una temperatura ambiental que ese día rondaba los cerca de 28º. Sinceramente, no estaba muy decidido a escribir sobre este tema tan particular, tan intimo... tan doloroso, tal vez mi renuencia se debía a que de cierta manera soy solo un espectador mas en esta masiva audiencia, pero al mismo tiempo estoy cercano al hecho, pues al igual que muchos que leen estas lineas, también soy padre. Es natural que muchos, quienes se den el tiempo (y lo agradezco) de leer, no coincidan con todo lo que escribo aquí, pues se que todo este hecho tan lamentable genera diversas opiniones, desde aquellas que señalan el "apedreamiento", la condena absoluta e implacable sobre esta parvularia hasta aquellas opiniones de condescendencia. Como padre me es imposible no empatizar con los padres de Borja, cuando no tienes hijos no sabes lo que significa tenerlos, pero cuando los tienes, no sabes lo que significa vivir sin ellos, por lo tanto, puedo saber que el dolor de la perdida es abrumador, la ausencia del hijo amado es desgarradora, el desconsuelo es inexpresable, una herida tan intima y profunda que es imposible obtener consuelo de manera humana, pero de igual forma me es difícil no ponerme en la situación de la parvularia, cometió un grave error, un descuido con consecuencias fatales, puedo imaginar que de una forma u otra también el dolor debe estar ahogando profundamente su corazón, los mil pensamientos que atraviesan su mente buscando respuesta de que "si tal vez" no hubiera hecho ó si hubiera hecho tal o cual cosa, Borja quizás estaría vivo y la historia seria diferente, pero la triste realidad es que Borja partió. Mi reflexión va mas allá de las responsabilidades propias de quienes estaban a cargo de Borjita, (es algo que la justicia debe dirimir) pues ello tiene que ver con el ayer, quiero ir al ahora, al que hacer para superar (si es que es posible) esta tan desgarradora situación, que no tiene comparación a otras por mas dramáticas que sean, entonces, después de toda consideración, después de hacer preguntas sin obtener respuestas, llego a la conclusión de que la respuesta se encuentra en Dios, a quien probablemente mas de alguno a juzgado y culpado por este trágico hecho, pero creo sinceramente que el consuelo real, profundo e incluso sanador, solo puede venir de El. El sabe lo que es la perdida, conoce personalmente el dolor de ver a un hijo atrapado por la muerte, El sabe de esto, por lo tanto, escapar o juzgarle no es la solución, sino mas bien correr a sus brazos de amor, cobijarse en su regazo es la única forma de encontrar verdadero alivio para el corazón desgarrado, pues, el auténtico sosiego es sobrenatural, es divino, por lo tanto solo el buen Dios puede otorgarlo cuando vamos a Él, y es algo de lo cual muchos a lo largo de la historia pueden dar testimonio, por ello hago eco de las palabras de William Barclay, aquel teólogo y erudito escoces que en el verano de 1956 perdió a su hija Barbara después de zozobrar la barca donde ella y otros jóvenes paseaban y donde el dolor se acrecentó por una larga espera hasta que el mar entregara el cuerpo, Barclay, a pudo testificar después que "en la presencia de Jesús las mas terribles tempestades se convierten en paz...".
Por tanto mi queridos, quizás su pena, su dolor no sea de la envergadura de los padres de Borja o de la parvularia, pero aun así estas palabras siguen vigentes "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en la tribulación". Salmo 46

Un abrazo a todos

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